
Sebastián García no dudó en desviar su recorrido para llevar a urgencias a un pasajero en San Antonio. Entregó reflexión sobre su oficio.
“Venía con la micro llena cuando una señora empezó a pedir ayuda. El joven que iba a su lado se estaba desvaneciendo. Lo vi pálido, transpirando, frío y sin signos vitales. Ahí anuncié que nos íbamos al hospital directo”.
Así recuerda Sebastián García Canales el frenético momento en que, sin pensarlo dos veces, decidió desviar el recorrido de la micro de la locomoción colectiva que conducía por las calles de San Antonio para trasladar a un pasajero de urgencias hasta el Hospital Claudio Vicuña por un infarto.
El micrero añadió que actuó “solamente por instinto, tomé las riendas del asunto porque si no algo más grave podía pasar”.
Además, reveló que justo el 17 de abril se cumplió “un año desde que falleció mi papá a causa de un infarto. Fue un día muy fuerte, con muchos sentimientos encontrados. Sentí que quizás él me mandó esta oportunidad para hacer algo bueno”.
En tanto, reflexionó que “el mundo del micrero está muy mal catalogado. Hay de todo, como en cualquier trabajo, pero siempre se habla de lo malo. Para manejar una micro hay que tener vocación y amor por los fierros. Yo me siento un profesional”.